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miércoles, 28 de diciembre de 2022

EPA GEORGI GANA LA MEDALLA DE BRONCE

 EPA GEORGI GANA LA MEDALLA DE BRONCE

Nilüfer Demir, fotógrafa de la terrible imagen del pequeño Aylan muerto en la playa, medalla de oro de los Premios Lead

La medalla de oro ha sido para la fotografía 'Arrastrado a la muerte' de Nilüfer Demir. La de plata ha recaído en 'Conversaciones en la cumbre', de Michael Kappeler y la de bronce en EPA Georgi Licovski con su imagen 'Esperanza 2015'.

Imágenes de la crisis de los refugiados captadas por la fotoperiodista turca Nilüfer Demir y el fotógrafo macedonio de EPA Georgi Licovski fueron distinguidas con sendas medallas a la 'Fotografía del Año' en los Premios Lead, galardones alemanes para medios escritos y digitales.

Según informó la organización de los premios en un comunicado, Demir logró la medalla de oro por la imagen 'Arrastrado a la muerte' con el cuerpo del pequeño refugiado Aylan en la playa turca de Bodrun, fotografía que dio la vuelta al mundo y se convirtió en icono de la crisis.

La instantánea del fotógrafo de EPA Licovski titulada 'Esperanza 2015', en la que un niño consuela a su padre desesperado en la huida desde Pakistán a Europa, recibió la medalla de bronce.

'Esperanza 2015', medalla de bronce en los Premios Lead
'Esperanza 2015', medalla de bronce en los Premios Lead | EPA Georgi Licovski

También recibió una distinción su fotografía 'Tren de los refugiados', que reflejó las condiciones inhumanas en las que un grupo de hombres intenta viajar en un atestado vagón que se dirige de Macedonia a Serbia.

La medalla de plata recayó sin embargo en una imagen política, 'Conversaciones en la cumbre', de Michael Kappeler. En la imagen, tomada en la reunión del G7 celebrada en 2015 en Baviera, se ve de espaldas, sentado en un banco en el campo, al presidente de EEUU, Barack Obama, y de frente hablando con él a la canciller alemana, Angela Merkel.

La lista de galardonados en esta edición de los Premios Lead la encabezó la revista del diario 'Süddeutsche Zeitung' con cuatro medallas de oro, seguida de 'Zeit Magazine' y del 'Berliner Zeitung'. Los Premios Lead, que se entregan anualmente en Hamburgo, son concedidos por la Academia Lead para el diseño y el marketing de medios y distinguen las mejores fotografías, revistas, periódicos y anuncios del año en Alemania.

sábado, 24 de diciembre de 2022

Las mujeres antifascistas violadas, chantajeadas por la Iglesia y obligadas a ingerir aceite de ricino

 

Las mujeres antifascistas violadas, chantajeadas por la Iglesia y obligadas a ingerir aceite de ricino

Grupo de presas en la prisión de mujeres de Palma (septiembre, 1941). Matilde Landa está situada en la fila superior -es la cuarta por la derecha, debajo de la columna-

En la España del siglo XX (con la excepción del periodo que empieza con la transición española y épocas más luminosas como la II República) las mujeres fueron sujetos sin derechos políticos. Su papel en lo social estuvo relegado al ámbito familiar: ser buenas hijas primero y buenas madres y esposas después, de acuerdo con los cánones morales del catolicismo sostenidos por la institución que más peso tenía en la vida social: la Iglesia Católica.

Identifican los restos de Aurora Picornell, la 'Pasionaria de Mallorca'

Identifican los restos de Aurora Picornell, la 'Pasionaria de Mallorca'

“La situación política que se generó en la posguerra (...) se puede considerar el colofón trágico y, a la vez, la prueba irrefutable de la aceleración del tiempo histórico que había causado la propia contienda respecto de las relaciones de género”, describe el doctor en Historia David Ginard en Dona, Guerra Civil i franquisme, un libro en el que, junto a cinco autoras –Anna Aguado, Ángela Cenarro, Carme Molinero, Mary Nash i Susanna Tavera–, analiza el papel de las mujeres durante el periodo republicano desde una perspectiva de género, así como los roles que ejercieron las mujeres antifascistas en la España en guerra y los modelos socioculturales que impuso la Iglesia Católica y la Sección femenina de la Falange con el triunfo de los sublevados y el inicio del régimen franquista.

En el caso específico de Illes Balears, destacaron figuras como Aurora Picornell –conocida como la “Pasionaria de Mallorca”, asesinada por los falangistas por comunista, feminista y republicana y cuyos restos han sido recientemente identificados–, Matilde Landa –extremeña que tuvo un papel fundamental en la resistencia antifascista durante su ingreso en la prisión de Can Salas, prisión central de mujeres de Mallorca, donde se terminó suicidando debido a la presión religiosa– o la feminista y espiritista Maria Vaquer, militante socialista que había sido presidenta de la Agrupación Socialista femenina de Capdepera durante la II República y que se exilió en Argelia en el año 1948, en plena posguerra después de la implantación de la dictadura franquista.

Respecto a las actividades relacionadas con la resistencia antifranquista de posguerra, Ginard alude al caso de Maria Pellico Remis, administrativa madrileña que fue encarcelada en Can Salas entre 1940 y 1943 y quien al salir en libertad se incorporó a la organización clandestina del PCE en Mallorca, donde intentó estructurar una sección de mujeres. Junto a Gabriela Deyà Gelabert, Margalida Andreu Marimon y Francesca Tous Ramis fue iniciadora de un proceso de incorporación de las mujeres en la lucha contra la dictadura, que ya en las postrimerías del régimen logró un alcance considerable, incluyendo figuras tan relevantes como la de Francesca Bosch y Bauzá, máxima responsable del Partido Comunista en la clandestinidad desde 1972.

El chantaje de las instituciones religiosas

Las instituciones religiosas ejercieron, además, un papel fundamental en las prisiones femeninas de la posguerra. Como apunta Ginard, las mujeres constituyeron un colectivo clave desde el punto de vista de la recatolización de España tras la experiencia laicista de la II República, lo que llevó a las mujeres a ser obligadas a bautizarse, como sucedió en el caso de Matilde Landa, y llevaran a cabo prácticas religiosas. Asimismo, las mujeres eran chantajeadas a practicar el catolicismo a cambio de recibir agua caliente para poder limpiar los “parches” que usaban para limpiarse durante la menstruación.

Las mujeres eran chantajeadas a practicar el catolicismo a cambio de recibir agua caliente para poder limpiar los “parches” que usaban para limpiarse durante la menstruación

En este contexto apela Ginard a entender la recuperación de las funciones atribuidas tradicionalmente a las monjas dentro de los centros de reclutamiento femenino de la posguerra, inspiradas en las tradicionales casas correccionales que tuvieron una notable presencia durante la Restauración borbónica.

Como apunta el historiador en su libro, la represión constituye un ejemplo paradigmático del “sempiterno problema” de la invisibilidad de la mujer como sujeto histórico. “Se trata de un fenómeno en que las formas específicas de violencia física y moral que afectaron de manera más singular a las mujeres fueron precisamente las que dejaron menos vestigios documentales aptos para ser usados por los historiadores”, incide.

Avances feministas entre finales del siglo XIX y principios del XX

Con todo, explica que los avances del feminismo fueron pocos en España durante el periodo que comprendió la proclamación de las Cortes de Cádiz y la dictadura de Primo de Rivera –a diferencia de otros países como el Reino Unido donde las reivindicaciones de las sufragistas conquistaron el voto femenino con anterioridad–, etapa durante la que se pueden destacar movimientos como el cantonalista del levantamiento federal de 1873 y el sufragista de los años veinte, progresos que en ningún caso caso tuvieron la relevancia política que aquellos que se produjeron durante la II República o los episodios que protagonizaron durante la guerra.

“Las mujeres ejercieron un rol político determinante en la zona republicana entre 1936 y 1939. A pesar de sus sombras, la movilización femenina en defensa de la causa de la democracia republicana española, incluida la de miles de mujeres que no habían tenido ningún tipo de politización previa, constituyó un punto histórico de ruptura que ya no tenía marcha atrás”, destaca Ginard.

Las mujeres ejercieron un rol político determinante en la zona republicana entre 1936 y 1939. A pesar de sus sombras, la movilización femenina (...) constituyó un punto histórico de ruptura que ya no tenía marcha atrás

David Ginard  Historiador

Pese al papel fundamental que desempeñaron, las republicanas –y las mujeres en general– eran vistas por los golpistas como incapaces de liderar movimientos políticos u organizaciones sindicales por el hecho de ser mujeres. “Desde el punto de vista de la mentalidad franquista, se considera que las mujeres que habían entrado dentro de una dinámica de participación en organizaciones políticas de izquierdas lo habían hecho influenciadas de forma perversa por sus compañeros, hermanos, maridos o padres”, explica Ginard.

Esta mentalidad franquista, basada en tratar a las mujeres como si de menores de edad se trataran, explicaría el tipo de castigo específico dirigido hacia ellas, una represión “moral” o “simbólica” materializada, entre otras prácticas, mediante su rapado; obligándolas a ingerir aceite de ricino en una forma de purgar las “malas” ideas y expulsarlas y forzándolas a participar en actos religiosos y a ejercer tareas de limpieza de iglesias y de casetas de la Guardia Civil y de la Falange, además de ser violadas y presionadas para obtener información sobre sus familiares perseguidos.

Represión en los barrios obreros

Esta represión tuvo una relevancia importante en barrios populares como La Soledat (Palma), con una tradición obrerista y de izquierdas muy marcada. A través del testimonio de una vecina anarquista del barrio, Julia Palazón, se conoce que la represión hacia las mujeres en La Soledat tuvo, sobre todo, esa dimensión: había listas de mujeres “rojas” a las que les rapaban la cabeza, las sacaban a “pasear” por el barrio y les hacían beber aceite de ricino en la antigua Casa del Pueblo de Palma, reconvertida posteriormente en un local de la Falange.

Por otro lado –y por los mismos motivos, a saber, por esta conducta patriarcal–, era poco frecuente que les aplicaran la tipología de delitos más graves –con sus consiguientes penas máximas–, como rebelión militar: se las condenaba, en cambio, por penas tipo “auxilio” o “seducción” a la rebelión. “Es esta consideración de la mujer como menor de edad, como una persona incapaz de tener una mínima solvencia ideológica”, afirma Ginard.

En el caso específico de las mujeres “rojas” represaliadas durante la Guerra Civil en Mallorca, fueron acusadas, entre otros motivos, por haber gritado o protestado cuando se producía una detención, por haber escondido a algún compañero que estaba siendo perseguido por la policía, por haber facilitado el paso hacia la zona republicana de alguna persona que estaba siendo perseguida por razones ideológicas o por no haber facilitado que algún compañero que había sido llamado a filas por parte de los golpistas se incorporara. En el caso de aquellas que fueron presas después de la Guerra Civil, hubo casos en los que fueron acusadas por haber participado en actos de violencia anticlerical que habían tenido lugar en la España republicana.

“Normalmente eran acusadas de haber protagonizado una posición no de liderazgo, sino subordinada”, matiza Ginard. “De esta manera se dio paso a un fenómeno completamente nuevo porque las mujeres nunca habían sido destinatarias de una violencia política física y moral de dimensiones mínimamente comparables a la que conocieron a partir de 1936 allá donde triunfó el golpe de Estado y, desde 1939, al conjunto del territorio español”, especifica el historiador.

Las mujeres nunca habían sido destinatarias de una violencia política física y moral de dimensiones mínimamente comparables a la que conocieron a partir de 1936 allá donde triunfó el golpe de Estado

David Ginard  Historiador

Esta violencia se saldó con al menos una docena de mujeres asesinadas en Mallorca y dos en Eivissa (ninguna en Menorca y Formentera), sin contar los casos de aquellas que murieron dentro de la prisión por enfermedad o suicidio. Los más conocidos fueron el de Aurora Picornell y sus compañeras conocidas como las “roges del Molinar” (una madre y dos hijas: Catalina Flaquer y Antònia y Maria Pascual y la joven palentina Berlamina González Rodríguez), asesinadas después de ser sacadas de la cárcel de Can Salas la noche del 5 al 6 de enero de 1937. Dentro del marco de esta represión descontrolada que asoló la isla entre el verano de 1936 y la primavera de 1937, también fueron abatidas la dirigente socialista Pilar Sánchez, las manacorenses Francesca Llull Font y Francesca Salas Llull (madre e hija y militantes de Izquierda Republicana Balear) y Margalida Jaume Vanrell, sin ninguna militancia política.

Cinco milicianas, violadas y torturadas tras un error de coordinación

Otro de los episodios más virulentos fue el de las cinco milicianas que participaron en el desembarco republicano del capitán Alberto Bayo para recuperar Mallorca, controlada por los falangistas. Debido a un error de coordinación, la noche del 3 al 4 de septiembre de 1936 quedaron en tierra tras la retirada de las expediciones. Todas ellas acabaron violadas y torturadas en la Escuela Graduada de Manacor y, finalmente, fusiladas por orden del conde Rossi. Como documenta Ginard, entre quienes participaron en las agresiones sexuales se encontraba el médico militar Vicente Sergio Orbaneja, camisa vieja, cuñado de José Antonio Primo de Rivera y futuro gobernador civil de Santa Cruz de Tenerife.

En Eivissa, Eulàlia Marí Torres y Bàrbara García Loreto, de Sant Joan de Labritja, fueron asesinadas el 2 de octubre de 1936 en el cementerio de la capital ibicenca. Como prácticamente todo el resto de las víctimas de la represión franquista de las Pitiüses, independientemente de su género, tenían escasa significación política.

Otras represaliadas fueron Maria Bauzà Mas, de Sineu (Mallorca), encarcelada tras introducirse clandestinamente, vestida de soldado, en la prisión de Can Mir con el objetivo de proporcionar una botella de aceite a su hermano recluso, o Pràxedes Terrassa Vicens, de Campos (Mallorca), quien introdujo un billete de cinco pesetas y una carta con calcetines cosidos dirigida a su marido, encerrado en un campo de concentración del puerto de Pollença. Mientras tanto, en Menorca, Sebastiana Sintes fue acusada de abofetear la imagen de Jesús de la parroquia de Sant Dídac (Maó).

Finalizado el conflicto bélico, el número de reclusas en la prisión de Can Salas se incrementó hasta las 500 durante el verano de 1940, procedentes principalmente de los centros penitenciarios de Menorca, Madrid, Girona, Ventas y Saturrarán.

“Meras comparsas” de los hombres

La ideología profundamente conservadora de los partidarios del régimen nacionalcatólico también se vio reflejada en las sentencias judiciales, promovida por los juristas de la España del siglo XIX, por la cual se utilizaban expresiones misóginas como “altanera” o “deslenguada”, muy poco habituales en el caso de las sentencias que afectaban a los hombres. “La mujer delincuente –por cuestiones políticas o comunes de delincuencia– era una ‘transgresora’ que se había alejado de su papel natural de madre y esposa para intentar equipararse al hombre, quedando así al margen del rol social que tenía asignado”, remarca Ginard.

Y al ser vistas como inferiores a los hombres, desde un punto de vista social, político e intelectual, las penas a las que eran sometidas eran, generalmente, también menores a las de los hombres. “Eran percibidas como seres sin capacidad de decisión, que como mucho actuaban como meras comparsas de los hombres”, subraya el historiador.

El historiador asevera, al hilo de lo anterior, que los testimonios orales y escritos procedentes de las víctimas y de su entorno social dejaron “muy escasa constancia” de la represión contra las mujeres. No en vano, la historiadora estadounidense Shirley Mangini señala que el bajo nivel de alfabetización entre las mujeres de las clases populares dificulta de manera particular que las represaliadas pudieran plasmar por escrito sus recuerdos y reflexiones.

Recluidas en el espacio doméstico

Por otro lado, Ginard abunda en que la tendencia de las antiguas represaliadas a recluirse dentro del espacio doméstico propició que a menudo resultara particularmente difícil acceder a sus testimonios. Incluso se daba el hecho de que, al ser interrogadas por los investigadores, centrasen su relato no en sus propias experiencias, sino en las de sus padres, maridos o hermanos. “A veces, este uso del testimonio oral femenino como instrumento para la recuperación exclusiva de la memoria de sus familiares masculinos, enmascarando su propio compromiso, se explica por el cuestionario elaborado por el historiador. Pero también es común que las propias mujeres menosprecien su experiencia, limitándola a una solidaridad basada únicamente en lazos familiares o afectivos o adoptando una retórica fundamentalmente defensiva en que sobredimensionan el rol de víctima sobre el de resistente”.

“Muchas de ellas, además, interiorizan en buena medida los argumentos de un régimen que pretendía, a toda costa, negar la faceta abiertamente política de la resistencia femenina, calificando sistemáticamente a las 'rojas' de mujeres 'fáciles y libertinas'”, remarca.

En consecuencia, las represaliadas de la dictadura consideraban, en una proporción mucho más elevada que los hombres, que los episodios violentos que habían sufrido constituían un motivo de vergüenza y no de alegría. “El olvido de la represión femenina afectó, incluso, a las organizaciones de la oposición antifranquista y a los organismos internacionales encargados de la salvaguarda de los derechos de los presos”, subraya Ginard en su obra. No en vano, en el informe sobre el sistema penitenciario español elaborado en 1953 por la Commission Internationale Contre le Régime Concentrationnaire (CICR), solo uno de los 37 relatos de presos políticos recopilados era femenino.

ASÍ FUIMOS A LA GUERRA CIVIL

 

ASÍ FUIMOS A LA GUERRA CIVIL


 Este comentario por las RR. SS. es de un señor que debe de rondar los 80 años, es decir que vivió bastante tiempo con Franco.  

... "amigo mio, ese buen general de Franco, y genocida para otros, [no fue] ni mejor, ni peor que Largo Caballero, Lister, Carrillo o algun coetaneo de uno o de los otros [fueron todos iguales].  [Durante los años 30] habia un componente de ideologia y de maldad, pero todos estan enterrados [ya]; [y ahora no es tiempo] ni para odiarlos ni para ensalzarlos. Lo que hay que evitar es que se produzcan esas actitudes en el futuro... Algún dia, algun historiador deberia poner numeros al expolio en los sotanos del banco España, o lo que cobraron los nazis alemanes o los fascistas italianos por ayudar al otro bando. Una pena, [esto es] algo que las siguientes generaciones pagaron.

Franco le lavó el cerebro a los españoles durante 40 años. Durante todo este periodo toda la responsabilidades de la Gueera Civil se las achacaron a los leales a la II República. Luego en la transición se decidió no mirar atrás politicamente, pero una legión de historiadores empezaron a publicar estudios relevantes, y a dejar atrás a los hispanistas (Herbert R. Southworth, Hugh Thomas, Payne, Malefakis...) que fueron los primeros que desde fuera de España, y gracias a (Ruedo Ibérico) pudieron contarnos otra versión muy distinta a la franquista. Más tarde se ha montado la versión del fueron todos iguales de responsables, excepto la tercera España que no quiso la Guerra Civil, para así diluir responsabilidades a los golpistas. Esa inexistente tercera España para Trapiello serían los liberales como Ortega y Gasset, Clara Campoamor o el periodista Manuel Chaves Nogales. Campoamor estuvo a caballo entre el centro izquierda republicana y el centro derecha radical de Lerroux. Para Trapiello hubo dos bandos igual de responsables, la izquierda gilroblista, los carlistas, alfonsinos y toda la izquierda desde Azaña hasta Gil Robles. ¿Esto es cierto? NO.

Es cierto que hubo una escalada verbal mitinera de todos los actores políticos, desde la izquierda hasta la derecha, pero una soflama mitinera, si no se acompaña despues de otros actos no deja de ser una soflama mitinera; tales como: "Si los socialistas son derrotados en las urnas, irán a la violencia, pues antes que el fascismo preferimos la anarquía y el caos" (Largo Caballero) o "Hay que ir a un Estado nuevo y para ello se imponen deberes y sacrificios.¡Qué importa que nos cueste hasta derramar sangre! Para eso nada de contubernios. No necesitamos el Poder con contubernios de nadie. Necesitamos el Poder íntegro y eso es lo que pedimos" (Gil Robles). Esto  son solo palabras, y por mucho que le moleste a Manuel Álvarez Tardío, las palabras no son como puños.

El primer golpe de estado antirrepublicano lo protagoniza el General Sanjurjo en 1932 aprovechando la excusa de la autonomía de Cataluña. Del fracaso estrepitoso toman nota los conspiradores que viajaron a Italia para conseguir financiación y apoyo militar para el próximo golpe de Estado. ¿Y quienes fueron esos conspiradores? Sobre todo los monárquicos de Alfonso XIII, Goicoechea, Calvo Sotelo y demás gerifaltes alfonsinos. Ojo, Gil Robles perseguía derrotar a la II República con métodos menos violentos.

Ángel Viñas en un reciente estudio lo demuestra acudiendo a la fuentes primarias. En 1935 Antonio Goicoechea se entevistó con Mussolini:

... de la entrevista de octubre de 1935  se desprende con claridad que los monárquicos y la UME estaban dispuestos a reaccionar por las armas si las izquierdas volvían al poder tras las siguientes elecciones. ¿Quién quiso la Guerra Civil? Pág.130

Es decir, Goicoechea le dijo claramente al Duce que si las izquierdas ganan las próximas elecciones nosotros nos sublevamos. El cuento del asesinato de José Calvo Sotelo fue una excusa, una de las tantas para justificar el golpe de Estado. Pistoleros del carlismo y falangistas fueron clave para agitar el panorama violento. No olvidemos que antes que el asesinato de Calvo Sotelo, falangistas o carlistas (depende la fuentes que consultemos) asesinaron al teniente José Castillo, y la día siguiente compañeros ideológicos suyos se cobraron la venganza en la vida dirigente monárquico. ¿Por qué si no los alfonsinos estuvieron un tiempo financiando el proyecto de José Antonio Primo de Rivera?

Es obvio que Largo Caballero, la Pasionaria, Carrillo o Lister, por mucho que hablemos de la revolución de octubre del 34, no están en el mismo plano que Queipo de Llano, Emilio Mola, Yagüe o Franco. La revolución del 34 fue derrotada por el Gobierno republicano, juzgados muchos de sus líderes y personajes secundarios, y más tarde amnistiados como también se amnistió a los líderes de la Sanjurjada y se les perdonó la vida. Largo Caballero y demás personajes de la izquierda se mantuvieron dentro de la legalidad republicana, por mucho que esa legalidad fuera mancillada por las bases obreras; pero el Gobierno de la II República, del que fue presidente Caballero, y después Negrín, se tuvo que defender de una pandilla de faccinerosos que habían cumplido la promesa que en el 35 le hicieron al inventor del fascimo.

Es significativo como uno de los últimos libros de Ángel Viñas, ¿Quién quiso la Guerra Civil? es compelamente ignorado por la escuela de Stanley G. Payne, o lo que es lo mismo, por toda la derecha. Como tambien ignoran Cifras cruentas de Eduardo González Calleja. En estos dos magistrales estudios se desmontan todas la mentiras y manipulaciones de la historiografía de derechas, y se llega a la conclusión que la guerra fue evitable.


sábado, 10 de diciembre de 2022

Cómo un juez franquista censuró en 1985 un documental sobre matanzas del 36 y hundió a su director

 

Cómo un juez franquista censuró en 

1985 un documental sobre matanzas 

del 36 y hundió a su director

Recientemente, ha sido denunciado Fernando Mikelarena por publicar sus investigaciones sobre las matanzas perpetradas por los requetés en Navarra durante la Guerra Civil. Hace años, la Universidad d'Alacant suprimió dos artículos de Juan Antonio Ríos Carratalá por mencionar el nombre del teniente y secretario del juicio que condenó a muerte a Miguel Hernández. Estos gestos autoritarios no son nuevos, en los 80 acabaron con la carrera de unos de los directores más prometedores del Nuevo cine andaluz

13/03/2021 - 

VALÈNCIA. Dicen los historiadores que aunque no se censure una obra directamente, llevar a un investigador a los tribunales es impresentable en un estado democrático. En España, desde la entrada en vigor de la Constitución, ha sucedido de forma recurrente. Tanto es así que un libro del historiador Francisco Espinosa Maestre titulado Callar al mensajero: La represión franquista entre la libertad y el derecho al honor publicado en 2009 ya reunía doce casos en los que se había tratado de silenciar mediante los tribunales los testimonios del pasado. La mayoría se habían producido desde la aparición del fenómeno de la Memoria histórica, pero no faltaban ejemplos en años anteriores. 

Uno que tuvo lugar en los 80 tuvo que ver, precisamente, con un documental. Cuando se estrenó la película Rocío en Sevilla, se cuenta en este libro, la pantalla se fue a negro y un rótulo decía  "Supresión por sentencia de la Sala Segunda del Tribunal Supremo del 3.4.1984". Antes, tras ser premiada en el Festival de Cine de Sevilla, había estado prohibida. El secuestro de las copias lo ocasionó la denuncia de una familia de Almonte que consideraba que el documental contenía injurias graves contra miembros de su familia y escarnio a la religión. El juez consideró que la alusión de un entrevistado a que eran "hijos de una banda de asesinos" podría vulnerar sus derechos porque "la vivencia de la guerra civil española es tan fuerte que impide considerar los hechos ocurridos en la misma como pertenecientes a la historia". Como anécdota, la querella fue presentada el 23 de febrero de 1981 a primera hora de la mañana, horas antes del golpe de estado. Cuando la película empezó a exhibirse, las críticas de la prensa reflejaban perfectamente su espíritu del documental: 

 "...verla para que se sepa un poco mejor en qué país vivimos" (La Calle)

"...documental manipulado y desvirtuado por la política ideológica y de mitin político y anticlerical" (Ya)

“Resulta que íbamos a ver una película del Rocío y nos han largado un mitin político y anticlerical, que termina con un canto a las manos de los trabajadores que tienen que conseguir la libertad (...) ¿A qué vienen esos recuerdos de las crueldades de la guerra civil en un bando? ¿Es que no los hubo en los dos? ¿No sería más español y más democrático no revivir escenas lamentables del pasado?” (El Correo de Andalucía)

“infantil y decididamente panfletario, a instituciones y poderes como la Iglesia, los terratenientes en general, los falangistas, las derechas y, en una palabra, el franquismo, al que se le acusa de manipular el tema del Rocío para su provecho” (Suroeste)

Aunque durante la Transición sí que aparecieron en prensa noticias y reportajes sobre la represión franquista durante la guerra, por ejemplo, el de la sima de Jinamar en Interviu en 1976 con el titular de "Matanza de rojos en Canarias", en otros ámbitos, como la universidad, existieron reticencias a la hora de investigar la represión, una disciplina cuyos trabajos tardaron años en ver la luz y desarrollar una historiografía que, sin embargo, acabó llenando los titulares de los medios desde hace veinte años.  Cuando Rocío llegó a los cines era la época de las reticencias. 

Lo curioso de la sentencia es que nunca se entró en si el miembro de la familia Reales había asesinado a cien vecinos tras el triunfo del golpe militar. De hecho, se decía que eran acciones "altamente probables de ser ciertas", pero incluir una fotografía del asesino, aunque fuera con los ojos tapados, "implica necesariamente la intención de deshonrar". La Audiencia Provincial pidió penas de un año para el director, Fernando Ruiz Vergara, y su guionista, Ana Vila, y de cuatro años y dos meses para Pedro Gómez Clavijo, el autor de las declaraciones, y seis millones de pesetas para los tres en concepto de "perjuicios morales", que luego ascendieron hasta 25. La defensa citó a 17 ancianos para que confirmaran la versión de Gómez Clavijo, de 72 años en aquel momento, pero no los admitieron. 

El director asumió toda la responsabilidad para liberar a sus colaboradores y al entrevistado y fue condenado a dos meses y un día de arresto mayor y 50.000 pesetas de multa. Cuando se recurrió al Tribunal Supremo, la sentencia cayó en manos de Luis Vivas Marzal. Un juez que es descrito en el libro Derecho Penal franquista y represión de la homosexualidad como estado peligroso como "católico extremista, alistado en la División Azul para luchar contra el comunismo. Además formó parte de las Asociaciones de excombatientes. Era patente su desprecio por el homosexual e  impererecedera su tesis  sobre la homosexualidad como atentado contra el Espíritu Santo que puede acabar con la perpetuación de la especie... Asimismo, como seguidor de  la tesis de Himmler defendía la teoría del contagio y veía al homosexual como peligro objetivo para la perpetuación de la familia y la propagación de la especie, acompañado de taras degenerativas, que dejaba una estela de atentados contra la honestidad, estafas, chantajes, corrupción y hasta  homicidios y asesinatos, pues esta clase de amores turbios y aberrantes origina inclinaciones y crisis de abstención o castidad forzada, mucho más fuertes y poderosas que la libido normal y natural..." Ejerció hasta 1990 y en esta sentencia se permitió el lujo de opinar sobre la oportunidad de la película a la hora de rechazar el recurso: 

Pronto aflora una inoportuna e infeliz recordación de episodios sucedidos antes y después del 18 de julio, en los que se encarnece a uno de los bandos contendientes, olvidando que las guerras civiles, como lucha fratricida que son, dejan una estela o rastro sangriento de hechos, unas veces heroicos y otras reprobables, que es indispensable inhumar y olvidar si se quiere que los sobrevivientes y las generaciones posteriores a la contienda, convivan pacífica, armónica y conciliadamente, no siendo atinado avivar los rescoldos de esa lucha para despertar rencores, odios y resentimientos adormecidos con el paso del tiempo, sin que lo dicho obste a que relatos rigurosamente históricos, imparciales y no destinados al común de la gente, hagan honor al adagio De omnibus aut veritas autnihil («O la verdad o nada») con una finalidad exclusivamente crítica y científica y de matiz objetivo y testimonial.

Fue la primera vez, desde la entrada en vigor de la Constitución, que se censuraba una película, porque desde entonces, cuando se ha visto en Canal Sur a altas horas de la madrugada, ha sido recortada. El Crimen de Cuenca de Pilar Miró, que también pasó por los tribunales, al final salió indemne. En 2013, El caso Rocío, de José Luis Tirado explicó toda esta historia en un documental sobre el documental, al que nunca le abandonó la polémica. Incluso en 2005, hubo problemas en unas jornadas sobre la represión en Huelva con que se proyectara. El Mundo recogió declaraciones que señalaban que los familiares que pusieron la denuncia podrían volver a sentirse ofendidos y el Partido Andalucista se quejó de que ese documental relacionaba la procesión con el franquismo, lo que no era deseable para la imagen de Andalucía. 

Precisamente desde Andalucía, nos comentan que la parte más polémica del documental no fue esa, sino las escenas en las que unas camareras visten a la Virgen. Pueden parecer unas imágenes costumbristas de un documental de archivo emitido en La2, pero por lo visto hay algo más. Es que la Virgen aparece, a su manera, desnuda. Es decir, se trata de unos listones de madera basta que sostienen unas manos talladas y una mascarilla, nada más. Eso es algo, me aseguran, que remueve por dentro a los creyentes más fervorosos. Sin embargo, ahí no hay posibles injurias, ni opiniones ni juicio de valor alguno. Es la realidad tal cual y sabemos que muchas veces es lo más hiriente. El director, Fernando Ruiz Vergara, se tuvo que marchar a Portugal y nunca más volvió a dirigir una película. https://valenciaplaza.com/como-un-juez-franquista-censuro-en-1985-undocumental-sobre-matanzas-del-36-y-hundir-a-su-director