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Bebés robados
Una asociación de víctimas crea un censo con los datos de
10.000 inhumaciones de bebés en el cementerio.
Ante la falta de respuesta institucional las víctimas se ven
obligadas a ejercer como investigadores para poder esclarecer la magnitud de
casos de bebes robados en la provincia de Alicante.
Desde hace un año, Paco Alarcón acude tres veces por semana
al cementerio de Alicante cargado de bolis y fichas en su cartera para bucear
durante horas en el archivo cementerial. Este comercial jubilado es el
presidente de la Asociación Víctimas de Niños Robados de Alicante, AVA,
convertido ahora en investigador circunstancial. Paco proviene de las luchas de
la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y cambió las reivindicaciones
de la vivienda por las de los bebés robados para ayudar a su mujer Lola Pérez,
que busca a su hermana desaparecida en 1969. “Yo le decía: Paco ayúdame… Ayudas
a todo el mundo y yo necesito que me ayudes a buscar a mi hermana”, cuenta Lola
en la puerta del cementerio.
Así fue cómo Paco comenzó a acompañar a Lola y a otras
mujeres de Alicante en su búsqueda de los bebés que les fueron arrebatados al
nacer. Paco cuenta que cada vez que se reunían con un político o un periodista,
siempre le preguntaban que de cuántos casos estábamos hablando, que cuál era la
magnitud, y que él siempre contestaba lo mismo: “Eso da igual. Lo importante es
que hay un delito que se ha cometido y son las instituciones las que tienen que
investigar y tienen que dar respuesta, no nosotros, que somos las víctimas”.
Pero se le quedó ese runrún en la cabeza, dice, y ante la evidencia de que
ninguna institución iba a hacer públicos esos datos, hace tres años confeccionó
unas fichas junto al historiador Elías Alonso Dávila y comenzó, con la
paciencia de una hormiguita, a recoger datos.
Empezó en el archivo municipal de Alicante y ahora lo hace
en el registro cementerial, donde están los libros con la información sobre más
de 10.000 inhumaciones de bebés. Datos que coge a mano para luego pasarlos al
ordenador en casa.
Paco lleva ya cerca de 9.000 fichas, una cifra más que
suficiente para darse cuenta del alto porcentaje de inhumaciones de bebés
respecto a la tasa de mortalidad infantil en los años anteriores a la Ley de
Adopciones de 1981. “Pasamos de un 26 % de porcentaje de bebés sobre
enterramientos totales antes de esa fecha a un 6 %”, dice mientras señala sus
fichas y remarca que “esos datos habría que verlos con sociólogos, demógrafos u
otros investigadores y compararlos con las estadísticas de los hospitales para
ver si esa alta mortandad de neonatos era normal y real”. No obstante, él mismo
afirma que “existe un altísimo porcentaje de registros a los que les faltan
datos o están erróneos; faltan familiares o el domicilio y la localidad” y pone
el ejemplo de su esposa: “En el caso de Lola, el segundo apellido de su padre
está cambiado”…

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