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El ‘caso’ Almería
Francisco Javier Mañas, hermano de Juan, aclara “cómo se ha
tardado tanto tiempo en declararlos como víctimas del régimen. Los familiares
que estamos vivos necesitábamos una respuesta, un reconocimiento ético de un
asesinato que nunca llegó a investigarse hasta el fondo”, destaca el menor de
los Mañas a sus 43 años. María, la madre de ambos, sigue sufriendo muchísimo.
Es normal. Recuerda la ansiada espera aquel mes de mayo de su hijo y sus amigos
para la comunión del pequeño Francisco Javier en el municipio almeriense de Pechina.
“En el pueblo aún recuerdan muchos la noticia. Y es que, aunque era un niño de
ocho años, nunca me olvidaré que solo tres de los once guardias implicados en
el asesinato de mi hermano fueron condenados”.
Juan, Luis Manuel y Luis atravesaban España desde Santander a Pechina. En un vehículo partirían los tres amigos. Tuvieron que parar por culpa de una reparación del coche en la ciudad de Puertollano, donde alquilaron un nuevo automóvil, marca Ford Fiesta [...] El diez de mayo de 1981, los cadáveres de los tres jóvenes equivocados aparecieron dentro del Ford Fiesta, calcinados y acribillados a balazos.
Antonio Ramos Espejo, periodista y autor del libro “El Caso
Almería. Mil kilómetros al Sur” (Argos Vergara Editorial) afirma con rotundidad
que “el llamado Caso Almería pasa por ser uno de los episodios más negros de la
democracia española”. El investigador granadino tiene grabada en su mente la
escena de los acusados en el juicio celebrado el 14 de junio de 1982. Cuando el
presidente del Tribunal que los estaba juzgando preguntó antes de pronunciar la
sentencia si los acusados tenían algo que manifestar: el teniente coronel,
Carlos Castillo Quero, principal imputado, dijo escuetamente “No. No”,
manifestó también el guardia Fernández Llamas. El teniente ayudante contestó:
“Lo siento muchísimo”. Sólo estas últimas palabras parecían indicar un mínimo
de arrepentimiento.
Cuerpos carbonizados para no dejar huellas
Tres años después del asesinato una carta arrojaría algo de
luz al caso Almería. La familia Mañas Morales recibe en 1984 una carta anónima
enviada por un guardia civil de la zona. Ramos argumenta que aquella misiva,
“describía de forma descarnada lo que más o menos se sabía o se intuía”.
El testimonio anónimo relataba la brutal muerte de aquellos
inocentes en un cuartel de Casafuerte (Almería). “Al principio le dieron una
gran paliza, especialmente por el guardia C.., perdiendo el conocimiento.
Entonces lo mataron con un tiro de pistola que cada uno que recibieron (sic)
por separado. Posteriormente, los envolvieron (sic) en mantas (sic),
penetrándolos en el Ford Fiesta, en el asiento trasero, ordenando Castillo
Quero que fueran volcados en el sitio que no les viera nadie y que se les
pegara fuego para que no se conocieran los malos tratos”.
El anónimo guardia civil llega incluso a relatar en su carta que los asesinos utilizaron el dinero que llevaban las víctimas en sus carteras para comprar la gasolina con la que fueron carbonizados. Al final de la carta reclama. “En la actualidad (1984) soy guardia civil, pero no asesino que relata a la familia Mañas las circunstancias en las que murió su hijo y sus compañeros”.




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